lunes, 28 de mayo de 2012

EL VALOR DEL ESFUERZO

El valor del ESFUERZO

Hoy te sugerimos que veas este vídeo. Hay muchas personas que se superan día a día y llenan su vida de amigos, alegría y amor.





Hoy día oímos hablar mucho del esfuerzo, de la necesidad de esforzarse para conseguir algo en la vida.
Sin embargo, la sociedad del bienestar y el consumo nos está vendiendo la idea contraria a la necesidad de esfuerzo. Parece que la comodidad y el confort se pueden alcanzar sin trabajo e incluso que estén reñidos con él. Esta idea supone un coste que afecta de forma especial a los niños y jóvenes. Observamos que los niños presentan una incapacidad alarmante (a nuestro juicio) para soportar esfuerzos. Incapacidad que supone consecuencias muy negativas para la persona como sentimientos de impotencia y conformismo, la no valoración de las cosas y, consecuentemente, la incapacidad de disfrutar de ellas y la falta de entusiasmo.
 VALOR DEL ESFUERZO, la necesidad de una fuerza de voluntad fuerte.
Estos factores pueden desembocar en conductas de riesgo como el consumo de sustancias asociadas a la obtención de placer fácil o bien para poder soportar el esfuerzo que supone la realización de determinadas actividades: ir de marcha sin cansarse, comer sin engordar, etc.

Una tarea urgente para hacer de los niños personas que sepan afrontar las dificultades, consiste en enseñarles el

Entre los 7 y los 12 años (periodo conocido como preadolescencia) los niños se encuentran en un momento decisivo de su vida. Es la etapa en la que hay que comenzar a desarrollar las principales virtudes. Es el momento de educarles en la generosidad, ayudarles a ser trabajadores, sinceros...

Y, por supuesto, es cuando se da el pistoletazo de salida para crear en ellos la capacidad de esfuerzo.  

Hay que luchar y evitar la formación de una personalidad débil, caprichosa e inconstante, propia de personas incapaces de ponerse metas concretas y cumplirlas. Al no haber luchado ni haberse esforzado a menudo en cosas pequeñas, tienen el peligro de convertirse en no aptos para cualquier tarea seria y ardua en el futuro. Y, la vida está llena de este tipo de tareas.

La respuesta está en ofrecer siempre ayuda, cada día más, para adquirir unas capacidades muy importantes para poder enfrentarse a la vida: la voluntad para la lucha, la capacidad de sacrificio y el afán de superación.
Si no se consiguen, se cae en la mediocridad, el desorden, la dejadez... Por eso, no es de extrañar que hayan llamado a la fuerza de voluntad la facultad de la victoria.

Para los padres

Para poder inculcar en sus hijos el valor del esfuerzo y una educación basada en el mismo, es necesario tener en cuenta estos:

Criterios para fomentar en los niños el valor del esfuerzo:

- El ejemplo por parte de los adultos tiene una gran importancia, especialmente el de los padres.

- Los chicos necesitan motivos valiosos por los que valga la pena esforzarse y contrariar los gustos cuando sea necesario. Hay que presentar el esfuerzo como algo positivo y necesario para conseguir la meta propuesta: lo natural es esforzarse, la vida es lucha.

- Es necesaria cierta exigencia por parte de los adultos. Con los años, es lo deseable, se transformará en autoexigencia.

- Hay que plantear metas a corto plazo, concretas, diarias, que los adultos puedan controlar facilmente: ponerse a estudiar a una hora fija, dejar la ropa doblada por la noche, acabar lo que se comienza, etc...

- Las tareas que se propongan a los niños han de suponer cierto esfuerzo, adaptado a las posibilidades de cada uno. Que los chicos se ganen lo que quieren conseguir.

- Las tareas tendrán una dificultad graduada y progresiva, según vayan madurando. Conseguir metas difíciles por sí mismos, gracias al propio esfuerzo, les hace sentirse útiles, contentos y seguros.

- Muchas veces el fracaso será más eficaz que el éxito, en la búsqueda de una voluntad fuerte.

Y es que a nuestro entender, son dos los conceptos claves para la promoción del esfuerzo:
voluntad y motivación.

Para los niños,  Algunas recomendaciones:

Tal vez no te has dado cuenta, pero tus actividades de cada día son un catálogo de distintos esfuerzos. El primero es despertar a la hora necesaria y prepararte para acudir a la escuela. Una vez en ella prestas atención a las palabras de tu profesor y llevas a cabo lo que te indica.

Regresar caminando a casa, o pasar un rato dentro de un transporte incómodo también exigen tu disposición y empeño. Una vez en la casa los desafíos continúan: completar la tarea que te dejaron, ayudar a tus padres o hermanos, ordenar tus cosas.

En cada una de esas acciones estás demostrando tu deseo de ser mejor cada día.

EL ESFUERZO Y TÚ

¿Cómo avanzar con pasos más firmes en ese proyecto de superación? Hay varias estrategias clave. Una de ellas es la perseverancia, que consiste en sostener tu esfuerzo todo el tiempo, sin importar que a veces las cosas no salgan como esperas ni el cansancio que experimentes.

También te ayuda la disciplina, o capacidad de conservar claras tus metas y organizar mejor tus esfuerzos para que te lleven hasta el fin que buscas, como un triunfo deportivo o una buena nota en tu trabajo.

El conjunto se completa con la laboriosidad, tu dedicación a las tareas que te corresponden con cariño, tiempo y entrega. A veces lo más difícil es comenzar, pero cuando pasa el tiempo y alcanzas a ver los frutos del esfuerzo (tu éxito en la escuela, en la práctica de un deporte o el bienestar de tu familia) verás que cada acción trae una recompensa: tu desarrollo como persona.

Una persona incapaz de esforzarse jamás logra realizar sus sueños y vive sujeta a aquello que la vida le da.

Corre el riesgo de llevar una existencia de carencias y limitaciones en todos los aspectos.


 Un cuento para PENSAR:




¡¡¡Qué alguien
mueva esa sandía!!! 





En la Gran Bañera del Bosque vivían cientos de pequeños insectos y bichitos. Era una simple bañera abandonada, pero resultaba un lugar perfecto para vivir, donde solo había que tener cuidado con el desagüe de la bañera para que no quedara obstruido y una lluvia inoportuna los hiciera morir ahogados. Por eso los forzudos escarabajos eran los encargados de vigilar el desagüe.

Pero una mañana, el desagüe amaneció taponado por una enorme sandía ¡Qué tragedia! Era una fruta tan grande que ni el escarabajo más grande, ni los cinco escarabajos más grandes, ni siquiera todos los escarabajos juntos, pudieron apartarla de allí.

Los insectos más fuertes pusieron toda su energía en la tarea, pero no consiguieron nada. Los más listos aplicaron su inteligencia a encontrar soluciones, y tampoco tuvieron éxito. Finalmente, los más sabios comenzaron a organizar la huida.

Y en medio de tantas penas, una ridícula hormiga extranjera se atrevió a decir que si le dejaban llevarse la sandía ¡Qué graciosilla!

Hicieron falta muchos insectos para calmar a los escarabajos e impedir que aplastaran a la chistosa hormiguita. Pero resultó que la hormiga no estaba bromeando, porque al final del día apareció acompañada por miles y miles de compañeras. Y en perfecto orden, cada una se acercó a la sandía, mordió su trocito, y se lo llevó por donde había venido.

- ¡Pero si así no avanzáis nada! - le dijo un saltamontes a una hormiga que paró un segundo a descansar -. La sandía está igual ahora que antes de tomaras tu trocito.

- ¿Segurrrro? Humm...- respondió con un extraño acento, como si nunca lo hubiera pensado. Y, sin darle más importancia, retomó su marcha.

Pero algo debió hacer aquel trocito, porque solo unos días después no quedaba ni rastro de la gran sandía. Y desde entonces, muchas de las tareas más pesadas en la Gran Bañera se convirtieron en pequeñas, diminutas tareas, que se hacían mejor poquito a poco. 

miércoles, 16 de mayo de 2012

EL VALOR DEL DIÁLOGO




 Los Valores y los cuentos 

El valor del Diálogo



 Tu voz y mi voz


Una de las más sorprendentes facultades de los seres humanos (y de nuestros parientes cercanos, los mamíferos) es la posibilidad de comunicarse y darse a entender. Para ello contamos con distintos recursos como nuestro idioma (lenguaje verbal), pero también con el lenguaje no verbal (gestos y expresiones corporales). Estos recursos nos permiten manifestar nuestras ideas, deseos e intenciones y conocer los de los demás. Sin embargo, no siempre hacemos el mejor uso de ellos. Las conversaciones pueden volverse superficiales y un poco tontas, como si fueran puro ruido. No escuchamos con atención a los demás y a veces tememos decir lo que sentimos. El valor del diálogo consiste en pensar con inteligencia y cuidado lo que vamos a decir, en abordar temas importantes para nuestra vida, escuchar atentamente a los otros y hacernos oír por los demás. Las metas más importantes del diálogo son la paz, la concordia, la comprensión y la solución de conflictos.


El extremo opuesto


La actitud contraria al diálogo es la incomunicación. Ésta provoca una sensación de aislamiento en las personas porque no pueden compartir con los demás lo que sienten o necesitan. Por otra parte, impide que las gentes se conozcan tal y como son, por lo que viven en una permanente soledad. La incomunicación impide realizar proyectos comunes y resolver conflictos. En los casos más graves genera tensiones que, con el tiempo, pueden tener serias consecuencias que van desde el divorcio (cuando los miembros de una pareja no se comprenden), hasta una guerra (cuando una nación no escucha las razones de otra).

Para la vida diaria


1. Usa el diálogo para solucionar dificultades de todos los tamaños. Cuando tengas un problema o necesites tomar una decisión primero piensa y después dialoga. Si tu problema es con otra persona invítala a conversar y encuentra una base común sobre la que pueden ponerse de acuerdo. Si tu dificultad es con respecto a una situación o conflicto individual solicita la opinión de un amigo de confianza e intercambia ideas con él. Prefiere siempre a los más inteligentes y mejor informados.
2. Usa el diálogo para elaborar propuestas creativas. No sólo es un recurso para remediar problemas, sino también para iniciar nuevas empresas. Trata de planear actividades en equipo, explícales a las personas participantes tu propia visión y escucha la visión que tienen ellas. Traten de conseguir planes o conclusiones con los que todos se sientan satisfechos y representados.
3. Haz que la gente hable. Promueve el diálogo en los espacios donde se desarrolla tu vida. El principal de ellos es el hogar. Existen “familias silenciosas” en las que todos guardan para sí sus enojos, ilusiones, planes o problemas; ello genera una peligrosa presión. Invita a tus familiares a expresarse libremente como una práctica habitual. Fijen una cita semanal para hacerlo.


¿Ya lo pensaste?


Una conversación común es espontánea y no requiere mayores estrategias. Un diálogo formal que busca construir soluciones tiene mayores requisitos. El profesor Pedro de los Ángeles plantea estas reglas:
1) Fíjate en lo que quiere el otro. Distingue su intención y evalúa su interés.
2) Deja hablar al otro. Escúchalo con atención, no lo contradigas, reconoce sus verdades y hazle preguntas.
3) Pídele que te demuestre lo que está diciendo.
4) Hablen del tema preciso. No se distraigan tratando otros asuntos.
5) Comparte estas reglas con la otra persona para que las siga contigo.
6) Si llevan mucho tiempo dialogando y no llegan a un acuerdo, esperen un poco e intenten de nuevo. Recuerda: no se valen groserías, gritos o manotazos.

Para entender el diálogo


Los especialistas en zoología han descubierto que los animales cuentan con formas especiales de comunicarse. Los prodigiosos delfines emiten sonidos especiales que viajan por el agua y transmiten datos sobre su ubicación y eventuales peligros. Sin embargo, ninguna especie cuenta con un lenguaje tan amplio y desarrollado como el género humano que dispone de miles de palabras y estructuras gramaticales para intercambiar información, expresar estados de ánimo y crear poemas de sonido musical, entre muchas otras opciones. La más elevada y valiosa de ellas es el diálogo: la conversación para construir acuerdos, resolver conflictos y relatar experiencias. No importa qué problema tengas, la comunicación con las personas adecuadas siempre te ayudará a resolverlos. Nunca te quedes callado, pero recuerda que el diálogo también tiene reglas: usar un tono correcto, respetar a la otra persona y pensar lo que vas a decir. Aprende a escuchar a los demás, considera lo que dicen y admite sus opiniones cuando te parezcan razonables. Si descubres que algo que afirmaste es incorrecto, acéptalo con valor y humildad.


Un mensaje para los padres

Que los hijos hablen

Los padres de hoy enfrentan diversas preocupaciones en relación con sus hijos. Sin embargo, varios de los problemas que éstos sufren les pasan inadvertidos por falta de comunicación. Entre ellos pueden mencionarse asuntos tan serios como la adicción a drogas, la violencia escolar, el abuso o trastornos de autoestima. La aproximación común en forma de interrogatorio solemne suele ser improductiva. La mejor manera de detectar y prevenir estos conflictos y fortalecer el vínculo familiar es una conversación abierta y constante: permitir que los chicos hablen como una costumbre cotidiana, oír con paciencia sus experiencias, temores e ilusiones y ofrecer respuestas a sus preguntas. Hay que evitar el tono de juicio que sólo inhibe sus expresiones y rompen la confianza.

Problemas reales, soluciones de valor

Alto a los chismes

La palabra “chisme” es tan común en nuestra vida diaria que ni siquiera nos fijamos en ella ni reconocemos su poder destructor. Un chisme es una murmuración, la difusión de un rumor o noticia falsos que tienen por objeto perjudicar a una persona y dañar su prestigio. En otro sentido, buscan deteriorar las relaciones humanas provocando enfrentamientos y divisiones que pueden tener consecuencias negativas. De esta manera, los chismes representan el extremo contrario de un diálogo frontal, sincero y abierto entre amigos y familiares. Por los grandes perjuicios que pueden provocar hay que combatirlos de todas las formas posibles. Si una persona te desagrada, simplemente evita hablar de ella. Si alguien se acerca a ti para hablar mal de una tercera persona, no lo escuches. Si sabes que tú eres objeto de un chisme, busca a las personas responsables y conversa con ellas para quejarte de su acción.

Un mensaje para los maestros

Impulsar la comunicación

Como docente usted es responsable de fomentar una de las habilidades más importantes para el futuro de sus alumnos: la comunicación. Independientemente de la materia o materias que usted imparta, haga del uso del lenguaje un eje transversal del proceso educativo, mediante prácticas como el debate, la oratoria, la conversación y los juegos de palabras. Tenga siempre presente la dimensión escrita, pero enfatice especialmente la dimensión oral pues ésta permitirá a los alumnos cobrar mayor seguridad en sí mismos, expresar sus inquietudes a la familia y abrirse oportunidades profesionales. De ser posible, de vez en vez las tareas y los exámenes deberán presentarse en forma oral. Si en el aula algún chico tartamudea, tiene problemas de dicción o dislexia, hable con su familia y refiéralos con un terapeuta del lenguaje.

 

Un cuento para reflexionar:

Tigre negro, venado blanco

Un fabuloso tigre negro que habitaba la selva del Amazonas estaba cansado de dormir a la intemperie. Pensaba casarse muy pronto y, para casarse, hay que tener una casa. Por eso decidió construir una choza con todas las comodidades, a la orilla de un río. Pero no era el único que planeaba construir en ese lugar… Un delicado venado blanco tenía idénticos propósitos, ignorante de que por allí andaba una de sus mayores amenazas.
Una mañana, antes de que saliera el sol, el venado comenzó a preparar el terreno para construir y salió de paseo. En ese momento llegó el tigre, quien se sorprendió al ver que la superficie estaba lista y despejada para fincar. “Con seguridad Tulpa, el misterioso dios de la selva, ha venido a ayudarme”, pensó, y comenzó a trabajar con unos troncos que ya estaban cortados. Horas después, ya exhausto, se alejó de allí para descansar.
Al amanecer siguiente llegó de nuevo el venado y al hallar tan avanzada la obra también creyó que el enigmático Tulpa le había prestado ayuda. Le puso techo a la choza, la separó en dos habitaciones, y se puso a vivir en una de ellas. Por su parte, el tigre negro llegó más tarde y al ver la choza terminada, se instaló en la habitación situada junto al dormitorio del venado. Así transcurrió la noche. Ambos despertaron con sed y, al dirigirse al río para beber, se encontraron frente a frente y comprendieron lo que había ocurrido.
“Bueno”, dijo el venado, “esto ocurrió porque Tulpa quiere que vivamos juntos, ¡qué raro! ¿verdad? Y como todavía somos solteros podemos compartir esta choza ¿qué te parece?”. El tigre respondió: “Está bueno. Podemos dividirnos las tareas. Hoy a mí me toca ir por la comida.” El tigre salió de cacería y regresó cargando ¡el cuerpo de un venado rojo! Al entregárselo al venado blanco éste lo preparó, pero no probó bocado y aquella noche no durmió pensando en que el tigre podría devorarlo.
Al día siguiente tocó al venado salir a buscar la comida. Halló un tigre más grande que su compañero y, con la ayuda del oso hormiguero, lo capturó y lo llevó a casa. “Mira”, le dijo al tigre negro, “aquí está la comida”. El tigre negro cocinó la carne, pero no la probó. Cuando oscureció tanto el tigre como el venado temblaban pensando en el ataque del vecino. Accidentalmente el venado golpeó la pared de su cuarto. El tigre reaccionó con un rugido. Ambos creyeron que la guerra había comenzado y salieron huyendo. La choza quedó abandonada y fue ocupada por un grupo de monos.
En la noche, otra vez a la intemperie, el tigre negro pensaba “¡Tan sencillo que hubiera sido conversar y ponernos de acuerdo, ahora que yo estaba pensando volverme vegetariano!” El venado blanco, vagando bajo la lluvia también reflexionaba: “extraño al tigre. Hubiera sido increíble vivir juntos y reunir a nuestras familias… Ahora tendremos que empezar de cero”.

 —Adaptación de la leyenda guaraní del mismo nombre incluida por Ciro Alegría
en el libro Leyendas y fábulas latinoamericanas.

 
Fuente  de información



viernes, 4 de mayo de 2012

EL VALOR DE LA ALEGRÍA


Lee este cuento y al final contesta, por favor, a la pregunta que allí encontrarás

¿Tú también esbozaste una sonrisa?

LOS VALORES Y LOS CUENTOS






El ser humano tiene una naturaleza indeterminada.
Las personas no están programadas sino que se ven obligadas a decidir continuamente sobre cómo y hacia dónde quieren dirigir su vida.
El origen de lo moral esta en la necesidad de decidir cómo se quiere vivir, a pesar de presiones sociales y los condicionamientos biológicos y culturales.

La escuela, en ese sentido, juega un rol fundamental pues como agente reproductor y socializador de los valores presentes en la sociedad, se convierte en el espacio donde se puede empezar el cambio que tantas veces se ha pregonado pero que aún permanece como una utopía: Donde se produzca el tránsito de una sociedad autocrática, intolerante y dogmática a una sociedad democrática, tolerante y crítica.


El valor es tanto un bien que responde a necesidades humanas como un criterio que permite evaluar la bondad de nuestras acciones.

Cuando hablamos de valor, generalmente nos referimos a las cosas materiales, espirituales, instituciones, profesiones, derechos civiles, etc., que permiten al hombre realizarse de alguna manera. El valor es, entonces, una propiedad de las cosas o de las personas. Todo lo que es, por el simple hecho de existir, vale. Un mismo objeto (persona o cosa) puede poseer varios tipos de valores, por ejemplo, un coche puede ser útil además de bello.

El valor es pues captado como un bien, ya que se le identifica con lo bueno, con lo perfecto o con lo valioso. El mal es, entonces, la carencia o la ausencia de bien. Se llama mal al vacío, es decir, a lo que no existe. Por ejemplo, el agujero en el pantalón, es la falta o ausencia de tela.

Existen dos tipos de bienes; los útiles y los no útiles:

Un bien útil se busca porque proporciona otro bien, es el medio para llegar a un fin. Por ejemplo, si voy a comprar un coche para poder ir al trabajo (utilidad) busco un coche de buena marca, de buen precio, que me sirva para mi fin, ir al trabajo.

Un bien no útil, por el contrario, es el que se busca por sí mismo. Por ejemplo, las personas son bienes no útiles, porque valen por sí mismas, por el hecho de existir como seres humanos, tienen dignidad y no pueden ser usadas por los demás.

Los valores valen por sí mismos, se les conozca o no.

Van más allá de las personas, es decir, trascienden, por lo que son y no por lo que se opine de ellos.
Todos los valores se refieren a las necesidades o aspiraciones humanas. Las personas buscamos satisfacer dichas necesidades.

Los valores físicos, como el afecto y la salud, así como los valores económicos, el poseer una existencia con un mínimo de confort, satisfacen en gran medida estas necesidades básicas.

Se entiende por valor moral todo aquello que lleve al hombre a defender y crecer en su dignidad de persona. El valor moral conduce al bien moral. Recordemos que bien es aquello que mejora, perfecciona, completa.

El valor moral perfecciona al hombre en cuanto a ser hombre, en su voluntad, en su libertad, en su razón.
Se puede tener buena o mala salud, más o menos cultura, por ejemplo, pero esto no afecta directamente al ser hombre. Sin embargo vivir en la mentira, el hacer uso de la violencia o el cometer un fraude, degradan a la persona, empeoran al ser humano, lo deshumanizan. Por el contrario las acciones buenas, vivir la verdad, actuar con honestidad, el buscar la justicia, le perfeccionan. El valor moral te lleva a construirte como hombre, a hacerte más humano.

Depende exclusivamente de la elección libre, el sujeto decide alcanzar dichos valores y esto sólo será posible basándose en esfuerzo y perseverancia.
El hombre actúa como sujeto activo y no pasivo ante los valores morales, ya que se obtienen basándose en mérito.

Estos valores perfeccionan al hombre de tal manera que lo hacen más humano, por ejemplo, la justicia hace al hombre más noble, de mayor calidad como persona.