miércoles, 8 de mayo de 2013

CUENTOS CONTRA EL DESÁNIMO




Queridos amigos,

La vida nos lleva a veces a caer en el desánimo y cada primavera...

Necesitamos del sol, de la luz, de los amigos...

Desde CUENTAMUNDOS os animamos a que encontréis en los cuentos un punto de apoyo para seguir adelante y...

Recuperar  la ilusión.

Os remitimos a nuestras entradas en el blog “materiales educativos” (Releed nuestra “carta a la ilusión” y algunos de los cuentos que os hemos propuesto)

 

Hoy… Para ti,  Amigo,  que necesitas ánimos…

 

Hay días….en los que veo la nobleza de un alma…
Días en donde la apatía llama a la puerta de mis sueños con inquietantes golpeos…
Hay días en donde me escondo tras mi sombra errante, perdiéndome entre la multitud de la nada…
Y en ese instante un vacío insostenible inspira mi soledad…

Hay días en donde escucho pausadamente el canto de las palabras…
Me acurruco a ellas como calor que necesita mi cuerpo…
Hay días en los que quisiera esconderme bajo el lecho de un rincón del mundo…
Y hacerme invisible para ese mundo con el que amanecen mis ojos…

Hay días en los que me pregunto qué hago aquí,en esta parcela de suelo que recoge mis pasos,en el justo momento de un segundo olvidado…
Hay días en donde el borrador de la angustia busca soluciones a problemas huidizos que no dan la cara.
Me sitúo ante a ellos y les miro de frente…Sé notarlos, no puedo esquivarlos…
Hay esos días en los que mi cuerpo puede con todo,y otros en donde mi salud nada quiere hacer.

Hay días…¡qué sé yo para que sirven esos días!…en donde estiro mi mano buscando el consuelo de una mano amiga…
Y encuentro, sin buscarlo, la mano traicionera y enemiga…

Hay días en que quiero saltar sobre una colchoneta de estrellas luminosas…
Quizás alcanzara el sueño en un cielo estrellado…
Y otros, en lo que solo pretendo hundirme dentro de mis solitarios pensamientos…

 Todos ellos son días que la vida me regala por estar vivo…

He de avanzar…

No parar, aunque mis piernas frenen mis pasos…

Quiero sonreír, aunque mi boca no me ayude a esbozar el movimiento de una alegría…

Hay días de colores que enmarcan el lienzo de mi vida…

Días…

…Si estáis en mi vida… os pintaré según se deslice la intención del pincel de mi ánimo…

(Pilar Cruz)




Hoy… Para todos los que leemos los cuentos infantiles con el corazón



         En aquella tienda de animales la mala suerte tenía un nombre: Pescafrito, un pequeño pez famoso porque nunca estaba en el acuario adecuado.
         Cada vez que tocaba reordenar los tanques, Pescafrito acababa por error o descuido en el más peligroso para él.
         Desde otros tanques tranquilos y seguros, sus primos y hermanos veían divertidos sus desesperadas carreras por evitar ser la merienda de algún grandullón.
         A pesar de su increíble mala suerte, Pescafrito no se desanimaba, y en cada carrera ponía todo su empeño en librarse de nuevo, aunque sintiera el dolor de algún que otro mordisco en sus aletas o el cansancio de nadar entre plantas y rocas a cualquier hora del día o de la noche.
         Así fue sobreviviendo Pescafrito Malasuerte, como todos le llamaban, hasta que un día de reorganización en los acuarios, Pescafrito por fin acabó compartiendo tanque con todos sus primos y hermanos. Pero mientras se juntaban a su alrededor para conocer sus desventuras, un cuidador despistado echó en ese mismo tanque al más grande, hambriento y peligroso de los peces de la tienda. Fueron sólo unos minutos, pero el enorme pez no necesitó más para acabar con todos los pececillos... excepto Pescafrito, que acostumbrado a huir de muchos peces a la vez, no tuvo problemas en escapar de uno solo.
         Poco después entró en la tienda un gran experto en acuarios, y al ver a Pescafrito vivo en el mismo tanque que el pez grande no se lo podía creer. Estuvo horas en la tienda, observándolo, viéndolo escapar una y otra vez con su nadar lleno de giros y piruetas y su increíble capacidad para esconderse. No tenía dudas: era un pez único en el mundo, y el experto lo llevó consigo para ser la estrella de todas sus colecciones y acuarios.
         Y Allí Pescafrito vivió feliz con todo tipo de atenciones y cuidados, pensando lo buena que había sido para él su famosísima mala suerte.



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